Las emociones en la organización

Por Santiago Delgado Campbell

La toma de conciencia sobre las emociones ayuda a generar mejores tipos de pensamientos y comportamientos. Indispensable para un mejor liderazgo.

En una reciente entrevista que realiza el Sr. Josh Freedman a Emily Sterret (autora del libro la Inteligencia Emocional, guía de bolsillo para directores), describe como es que el desafío más grande que ha tenido en la industria de los negocios, es el uso de la palabra «emoción”.

Menciona «…mientras que gradualmente hay un aumento en el mundo de las organizaciones en el uso de los términos de las emociones y de la inteligencia emocional, en general la comunidad de negocio es movida más por otras maneras de expresar estos conceptos. Por ejemplo, en mi propio trabajo, tiendo a utilizar con más frecuencia frases como el desarrollo de la dirección, confianza interpersonal, capacidad de comunicación, construcción de relaciones, trabajo en equipo, etc.»

Al parecer, existe una cultura negativa y hasta temerosa alrededor del término y su aplicación en las organizaciones.

Durante muchos años, se ha visto que las emociones pueden estar en contra de un adecuada actividad laboral; no es para menos, si observamos la forma cómo se expresan las emociones en la televisión, periódicos, revistas, etc. Donde observamos que se enfocan en muy pocas de ellas como enojos, miedos, tristeza; y sobretodo, demuestran el poco manejo emocional que pueden tener las personas cuando son atrapadas por éstas.

Lo único que se ha logrado, es crear una muy mala y antigua reputación de las emociones, creyendo que así se vivirán en las organizaciones, o que de poco servirán, nada mas alejado de la realidad.

Como describe Peter Salovey y David Caruso, (que junto con J. Mayer, son los científicos que descubrieron y acuñaron el nombre de inteligencia emocional), no existen pensamientos sin emoción; que éstas nos influyen a cada momento, nos ayudan con información esencial para la toma de las decisiones, y para las acciones que emprendemos.

Salovey y Caruso, consideran a la inteligencia emocional, cómo una inteligencia verdadera. Describen que identificando estas emociones, nos ayudarán para guiar el pensamiento y el razonamiento, y de la importancia fundamental de incorporar esta información para la adecuada toma de las decisiones y acciones que vamos a ejercer.

De éstas y otras importantes investigaciones, se ha logrado conjugar una serie de herramientas que ayudan de una manera significativa a los líderes en las organizaciones, para que estos puedan manejarse de una manera mucho mas armoniosa y efectiva su entorno.

El descubrimiento y validación de esta inteligencia sobre las emociones, se observa a través de los comportamientos de la persona, como la capacidad de manejar el estrés, saber trabajar en equipo, desarrollar buenas relaciones personales, alcanzar resultados y metas, mantenerse optimistas, tener confianza propia, etc.

Además, la inteligencia sobre las emociones, determina la capacidad para manejar los diferentes estilos de liderazgo situacionales que un organización requiere de manera diaria; de ahí, que un líder emocionalmente inteligente, demuestra la capacidad de crear equipos eficaces y liderarlos; la capacidad de planificar y decidir con eficacia, programar proyectos, alcanzar objetivos; la capacidad de motivar a los demás, generar entusiasmo y certidumbre; la capacidad de comunicar los objetivos; la capacidad de generar los cambios y adecuarse a la incertidumbre de una manera flexible y positiva. Capacidades que pueden representar una gran diferencia en los resultados de la organización.

Los líderes con inteligencia emocional, son los líderes que se mas se necesitan en las organizaciones, líderes capaces de ser generadores de las mejores emociones, para el y su entorno; capaz de ser un líder que transmita esperanza y optimismo a su grupo de influencia, donde se contemple la capacidad de gozo y satisfacción que todo ser humano estamos buscando, que sea capaz de contrarrestar la corriente de emociones negativas generadoras de estrés, malestar y frustración.

Solamente, con la toma de conciencia sobre la influencia que las emociones están haciendo en las organizaciones, seremos capaces de escoger acciones que nos ayuden a vivir en lugares de trabajo donde no solo se valore hacer algo, sino el modo de cómo lo hacemos.

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